
El cambio climático es nuestro gran enemigo del siglo XXI con el cual tenemos que batallar para reducir sus consecuencias lo máximo posible antes de que estas sean irremediables. Para ello, debemos minimizar la dependencia que tenemos hacia los combustibles fósiles y las emisiones de gases que provocan el efecto invernadero. Actualmente, ya existe una evidencia de las consecuencias que el cambio climático ha provocado en nuestro planeta, como, por ejemplo, el aumento de la temperatura media mundial de 1,1ºC de hecho, el periodo entre los años 2015 – 2019 según la Organización Meteorológica Mundial (OMM) fue el quinquenio más cálido jamás registrado.
Otra consecuencia bastante importante de este fenómeno es la subida de 5 mm del nivel del mar debido al derretimiento de los polos, provocando la amenaza de sumergir bajo el agua litorales costeros y por tanto la desaparición de ciudades si no frenamos esto rápidamente. Hoy en día, 11 de las 15 ciudades más importantes del mundo son costeras, por eso, el impacto de este aumento del nivel del mar puede tener consecuencias devastadoras en gran parte de la población, ya que, si se sigue este ritmo, penínsulas como Florida desaparecerán, las colinas de San Francisco se convertirán en islas y grandes ciudades como Shanghai o Hong Kong se pueden llevar también la peor parte, debido a la gran cantidad de personas que habitan en ellas.
No sólo el paisaje de las ciudades costeras va a cambiar radicalmente, pues aproximadamente el 11% de los habitantes del planeta vive a menos de 11 metros sobre el nivel del mar, por lo que millones de personas se verán afectadas directamente por el deshielo de los polos y se verán obligados a desplazarse o cambiar radicalmente de vida. Además, esto pone en peligro ecosistemas enteros y el equilibrio ecológico del planeta, pues nuevas especies invadirán las costas y eliminarán la fauna autóctona, mientras que otras se van a ver desplazadas por el cambio de su entorno y la inundación.
Otras de las consecuencias más desconocidas del deshielo de los polos es la reaparición de enfermedades, así como el cambio en la salinidad del agua, pues el hielo polar no la contiene y, al deshacerse en el mar, el agua dulce se queda en la superficie, provocando un cambio en las corrientes marinas; lo que no sólo genera un efecto grave en los ecosistemas marinos, sino también en el clima.
Además, de estas consecuencias existen otras que serán cada vez más graves con un impacto económico y social, como es el caso de:
- Daños en las cosechas y por tanto en la producción alimentaria.
- Las sequías.
- Los fenómenos meteorológicos extremos como las tormentas y huracanes.
- Mega incendios.
En los peores escenarios probables que los expertos reflejan, el aumento de temperatura podría llegar a los 4,8 ºC para final de siglo, hecho que hay que evitar de cualquier manera posible.
No debemos confundir el cambio climático con el calentamiento global, pues existe una importante diferencia entre ambos, y es que el calentamiento global es la causa del cambio climático, es decir, el aumento de la temperatura del planeta provocado por las emisiones a la atmósfera de gases de efecto invernadero, derivadas de la actividad del ser humano que están originando variaciones en el clima que de manera natural no se producirían.
Si bien es cierto que la Tierra ya se ha calentado y enfriado en otras ocasiones de forma natural, hay que tener cuenta, que estos ciclos siempre habían sido mucho más lentos, necesitando millones de años; mientras que ahora y como consecuencia de la actividad humana, estamos alcanzando niveles que en otras épocas trajeron consigo extinciones en apenas doscientos años.
Entonces… ¿En qué momento comenzamos a influir de manera negativa en el medio ambiente?
Los expertos coinciden que el punto de inflexión fue la Revolución Industrial donde las emisiones de gases de efecto invernadero empezaron a ser enviadas a la atmósfera. Desde ese momento, el crecimiento de la población fue desde menos de 800 millones habitantes en el año 1750 a más de 7.500 millones que somos hoy en la actualidad. Este hecho también es bastante significativo en el origen de dicho fenómeno, pues a un mayor aumento de personas hay un mayor aumento en el consumo de recursos y cada vez es más desmedido, así como el incremento en la demanda y producción de energía obtenida mayoritariamente a través de combustibles fósiles. Este aumento del consumismo provoca también que muchos desechos acaben en nuestros mares y océanos los cuales además se han convertido en sumideros de carbono, absorbiendo hasta el 50% del CO2 generado lo que provoca su destrucción produciendo muertes y enfermedades de la flora y fauna marina.
Como solución a todo ello encontramos la implementación de las energías renovables, las cuales conseguirán paliar los efectos del cambio climático y lograr una eficiencia energética limpia, además de generar puestos de trabajo y reducir los costes de electricidad. Hoy en día las energías renovables son fácilmente accesibles, pues son autóctonas, lo que hace que cualquier país pueda disponer de ellas.
El mundo necesita un cambio, en el que prescindir de los combustibles contaminantes y de la energía nuclear y aumentar nuestra participación implicándonos lo máximo posible para conseguir una transición renovable. Por eso, es muy común ver en la actualidad numerosas organizaciones que se dedican a promover e incentivar el uso de fuentes renovables para mitigar los efectos del cambio climático y aportar un granito de arena por construir un mejor ambiente para todos y las generaciones futuras.
Es cierto que cada vez vamos evolucionando hacia el camino del aumento del uso de energías renovables y ahí debemos seguir, de hecho, hoy en día las compañías de luz están ofreciendo tarifas de energía 100% renovable, para que los consumidores puedan acceder a su uso de forma más rápida y fácil.
De todas las fuentes de energías renovables existentes en la actualidad, la que ha tenido un mayor y rápido crecimiento ha sido la energía solar, a través de la fotovoltaica. En concreto, nuestro país en 2019 se posicionó como líder del mercado solar a nivel europeo y sexto a nivel mundial, generando un impacto positivo a nivel económico y social y en 2020, pese a los efectos originados por la pandemia, su consumo se incrementó un 30% más que el año anterior. Este año, ese crecimiento continúa en alza gracias también en gran medida al establecimiento de ayudas y subvenciones por parte de los gobiernos y a la relajación de las normativas sobre la implantación de instalaciones para la obtención de este tipo de energía, como, por ejemplo, la eliminación de la licencia de obra en instalaciones de tejado.
¡No hay excusas para que tú también te unas al cambio!
Desde Soleme trabajamos activamente por la conservación y cuidado del medioambiente, optando por medidas como nuestra propia instalación fotovoltaica, para producir la energía que consumimos de manera limpia y contribuir así, a minimizar los efectos del cambio climático, pues muchas pequeñas ayudan suman al cambio.
Contamos además con la distribución de excelentes productos tecnológicos y de calidad para garantizar también el éxito de vuestra instalación.
¡No lo pienses más, el clima está cambiando, nosotros también deberíamos!